Como los orgasmos femeninos, todos los personajes y situaciones del siguiente relato son ficticios...

Es tan redondo que la vida se le desparrama. Y como su peso, es un hombre que a simple vista cae gordo. Mide 1.80, se calcula que transporta 170 kilos y es poseedor de una boca que no se cierra jamás.

La primera novia que se le conoció fue Michelle, una chica bajita, del tipo simpático y dueña de un brassier 38 doble D que siempre luce con generosos escotes. Y si algo se puede decir de esta mujer es que siempre va con la vagina por delante.

Su romance inició cuando a ella se le acabó el corrector y él bloqueaba el paso hacia la papelería. En lugar de flechazo fue un panzazo. Desde entonces y durante tres semanas se les vio romancear de oficina en oficina. Hasta que un lunes ella anunció su rompimiento diciendo: "A ese cabrón no se le para".

El chisme corrió rápido y dividió opiniones. Algunos decían que el Licenciado la había mandado a volar por puta y Michelle se vengaba hablando mal de él. Otros aseguraban que mientras ella intentaba hacerle sexo oral, en un descuido, el Lic se soltó la barriga y le provocó un shock cerebral. Ninguna versión se pudo comprobar totalmente, pero a Michelle la corrieron al siguiente mes porque su coeficiente intelectual pasó de 80 a 35, y todo por una mamada.

Mientras el gordo lloraba su pérdida, todos nos preguntábamos cómo cabrones le haría para tener sexo y no matar a ninguna mujer en el intento…

Posibilidad 1: Él arriba, ella abajo. No, porque literalmente se la plancha.

Posibilidad 2: Ella arriba, él abajo: No, porque ella tardaría demasiado en encontrar el chiclocentro de sabor entre tanta carne.

Posibilidad 3: De ladito. Tampoco, porque una pierna de la mujer quedaría debajo de él y con tanto peso encima se le gangrenaría en "el acto".

Con sexo oral, ya vimos lo que pasa: Craneotomía instantánea. Y cuando casi nos damos por vencidos, vimos la luz. Una pitonisa fue a adivinarnos el futuro y apenas miró a Karen le dijo: ¡Tú se la sacarás al gordo!

Continuará...
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El viernes ya asoma sus primeras horas y seguro tienes ganas de ir a echar el trago, si estás en el DF, sólo te doy una recomendación: Hagas lo que hagas, no vayas a La Guadalupana de Coyoacán.

Para empezar no tienen estacionamiento ni valet parking, pero si esto no te intimida y decides visitar la pequeña cantina, lo primero que pasará es que los cuernos se te pondrán de punta con tanta cabeza de toro colgando de sus paredes.

Ya sentadito en tu mesa te darás cuenta que no hay música, el único ruido de fondo son los murmullos de oficinistas estresados, risas tímidas de uno que otro turista y el chocar de copas de sesentones que brindan por una conquista que nunca llegará.

Así que te quedarás? Pues bien. A estas alturas ya tendrás mucha sed, pedirás que te atiendan y tendrás que armarte de muuuucha paciencia porque los meseros, para hacerle honor a la decoración, son bastante bueyes.

No hay tragos especiales y la comida es bastante común. 5, 10, 15, con mucha suerte 20 minutos después tendrás un plato delante y una bebida con los hielos derretidos. Y, créeme, te dejarán mal sabor de boca.

¿Ya tuviste suficiente? ¡Ufff, ya era hora! A pedir la cuenta. ¿Quééééééééé? ¿Tantos ceros por una torta y una cerveza? Mejor ni te quejes, te dije que no era una buena idea ir, así que paga y lárgate de una vez.

Ahora lo sabes y que Dios me perdone por lo que voy a decir pero: La Guadalupana apesta.
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Porque no sólo de tetas vive este blog, contémplemos los Conejitos de chocolate que lucen estos hombres en una imagen capturada por Josh Meltzer.

La fotografia tiene por título Bodybuild.

¡Disfrútenla!



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Una cama, un hombre, dos tetas de seis kilos y medio cada una y una mujer asfixiante.

Era uno de esos días donde la calentura los había llevado a la cama, Claire Smedley y Steven, su novio, habían convertido la cama en un ardiente cambo de batalla sexual.

Él intentaba dominarla pero la mujer fue más lista y mandó a sus dos pelotones a capturar al enemigo.

El soldado luchó con todas sus fuerzas, pero las fábricas de leche materna atraparon su cabeza y se negaron a liberarlo.

Claire reía e intensificaba su ataque mientras el excitado hombre preparaba su último respiro. Entonces se dio cuenta que el combatiente no se movía y entró en pánico. Estaba a punto de pedir refuerzos, cuando su amado salió del trance y vivió para contarlo.

Hoy, esta voluptuosa mujer narra la historia del día que casi mata a su novio con El poder de sus tetas.
La historia en sus propias palabras aquí.

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¡Estás enfermó, cabrón!, le dije cuanto vi el bulto que crecía entre sus piernas. Apenas vi a la ciega acercarse y ya sabía que mi amigo, literalmente, mandaría todo a la verga. Siempre que escucha un bastón de invidentes arrastrase por el suelo la testosterona le come la cabeza.

La verdad, sus fijaciones sexuales siempre me han resultado extrañas. ¿Cómo unos ojos secos pueden calentarlo tanto? No quería ni pensarlo. En cuanto a mi amigo se le bajó el libido y a mi se me subieron las copas, me largué deseando no recordar nada.

Fue inútil. Entre los restos del alcohol y mis propias perversiones, no dejaba de pensar en su erección. ¡Puta madre! Algo debían de tener esos pinches ciegos y tenía que probarlo.

Por fortuna, en mi edificio hay un tipo que no ve un carajo. Así que llegando a casa, tomé una botella de vino… un poquito de perfume, me desabroché un botón e inmediatamente me dije: ¡Pero qué pendeja! Sino ve nada… Mmm, da igual, la teta es la teta.

A los dos segundos, la puerta del vecino se abría. Su casa estaba casi en penumbras y sólo lo acompañaba un perro lazarillo que ni se molestó en mirarme.

Nos sentamos en un sillón, como pudo sirvió unos tragos y luego de intercambiar algunas trivialidades, me preguntó:

-¿Qué te trae por aquí?
-Quiero que me cojas, le contesté poniéndole una mano en la verga.

Iba a decir algo, pero mis labios ya lo estaban besando. Nos tiramos en el sillón y ya sin ropa sus manos encontraron mi piel y con su tacto de ciego me recorrió completa. Su lengua vino después y fue directamente a mis pezones. Sentí como su saliva me escurría mientras me penetraba. Se acercó a mi odio y me dijo: “Cierra los ojos, escucha a tu cuerpo y siente el mío, cierra los ojos…” Y eso hice.

Sólo una vez estuve con él, pero me bastó para entender que el placer es ciego.





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Hay mujeres que buscan el amor, La pianista sólo quiere sexo... fuerte, rudo y muy sucio.

Navajas de afeitar en la vagina, un paseo por las cabinas de las sex-shops para masturbarse mientras se frota los pañuelos con semen que otros chaqueteros han dejado en la basura, golpes con puño cerrado, tocar los genitales de su propia madre...

¿Sin dolor? No, gracias. Michael Haneke, director ganador en Cannes, toma la historia de Elfriede Jelinek y la convierte en una muestra del mejor cine europeo.

Una cinta no apta para románticos. Para los que quieran explorar la sexualidad llevada al límite, den click ---> Aquí


La pianista (La pianiste)
Dirección: Michael Haneke.
Ganadora en Cannes.








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Cuando las temperaturas empiezan a subir, a más de uno le entra el deseo de quitarse la ropa y, ya de paso, entregarse al ritual del amor. Pero ¡aguas! El sexo animal no siempre es lo que promete, he aquí unos ejemplos.

1. A las abejas les explota el pene y los testículos después de aparearse. ¡Auch! Estos si que ven a Dios en el orgasmo. La razón es estrictamente práctica, pues con los órganos mutilados la reina crea un tapón y se asegura de que ningún otro zángano la fertilice.

2. Más allá del dolor, hay algunas especies que ejercen su sexualidad sólo para socializar, como los simios bonobos que usan el sexo para saludarse, resolver conflictos e intercambiar comida. ¡Changos!, si esto aplicara en los humanos no habríamos tantos inadaptados sociales.

3. Los caracoles de jardín, sin embargo, para dar y recibir placer tienen que hacer de ladito la cabeza, pues los genitales están en el cuello, lo que hace parecer a su apareamiento un tierno abrazo.

4. Y a los que si se les puede llamar vaqueros son a las chinches machos, quienes tienen los órganos reproductivos en forma de ballesta y fecundan a la hembra disparándole sin tener contacto alguno. Me cae que esto ni Chuck Norris lo puede igualar.

Ten cuidado con lo que deseas porque el siguiente en la lista podrías ser tú y sólo por querer sexo, animal.


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