Dejémonos de vergas que salen y entran y volvamos al tema. ¿Hasta qué punto hacer lo que no nos sale es necedad y hasta qué punto es perseverancia? Hay miles de historias de personas que sin manos ni piernas y, casi casi, con una tercera parte del cerebro han hecho más que cualquiera de nosotros, los afortunados a quienes no nos falta nada.
Cada vez que veo una de esas historias, se me escurren las lágrimas y los mocos y me juro a mí misma que, la próxima vez que tenga un reto enfrente, no me voy a rajar. Convenientemente, para cuando el momento llega, ya lo olvidé todo y vuelvo a decir ¡A la chingada! Y no me lean de esa forma porque estoy segura que a ustedes les pasa lo mismo.
El problema con los seres funcionales es que no tenemos que probarle nada a nadie. Ni tenemos que justificar nuestra existencia, así que nos vamos conformando con lo que caiga. Pero no más. Es momento de arroparnos en ese histórico Haiku que dice: "Hoy voy a cambiar".
Voy a sacar mis sentimientos y resentimientos todos y voy a escribir hasta que me sangren los dedos o me corten la luz porque no la he pagado, lo que pase primero. Cuando relea mis hojas y empiece a decirme se parece a... tiene el estilo de... y otras gustadas frases de autosabotaje, recitaré en voz alta las máximas de Jim Jarmusch:
"...Nada es original. Roba de cualquier lugar que resuene con inspiración o alimente tu imaginación. Devora películas viejas, películas nuevas, música, libros, pinturas, fotografías, poemas, sueños, conversaciones, arquitectura, puentes, señales en las calles, árboles, nubes, cuerpos de agua, luces y sombras. Roba sólo las cosas que le hablen directamente a tu alma. Si lo haces, tu trabajo (y robo), será auténtico. La autenticidad es invaluable; la originalidad no existe. Y no te molestes por esconder tu robo, celébralo si así lo quieres. De cualquier forma, siempre recuerda lo que dijo Jean-Luc Godard: No importa de dónde tomes las cosas, importa a dónde las lleves..."
Eso haré. Llevaré todo lo que he vivido, visto, leído y escuchado a donde nadie nunca las ha llevado... al menos lo intentaré con más frecuencia. Cambiaré el 'detener' por 'continuar' y el 'olvidar' por... mmm... no me acuerdo cuál es ese otro verbo, pero lo conjugaré en primera persona aunque no tenga ni puta idea de cómo se hace.
Bienvenidos, pues, a mi día de mandar mi vieja forma de hacer las cosas mucho ¡A la verga!... ya sea que salga o entre. Da igual.